top of page

Quienes somos

 

La ATE es un grupo de miembros dedicados e interesados a la captura ética y responsable de la fauna salvaje, independiente mente del objetivo.

 

 

La actividad del trampeo está fuertemente ligada a nuestro país, a nuestros antepasados lejanos (y no tan lejanos), que en otros tiempos practicaban dicho arte bien para la venta de las diferentes piezas capturadas y obtener dinero o bien simplemente para subsistir en tiempos en los que, por distintos motivos, escaseaban los alimentos.

En numerosas regiones de España, resulta extraño no encontrar, conocer o haber oído hablar de tal o cual persona que se dedicó a dicha actividad, es decir, era trampero.

La  sociedad evolucionó, y con ella los métodos de ganarse la vida, sobre todo en las zonas rurales. Las grandes ciudades crecieron hasta límites insospechados, y absorbieron a toda aquella población rural que emigró hacia ellas en busca de un futuro mejor.

A partir de la existencia de un cambio de mentalidad tanto en el ámbito conservacionista, cinegético y en cuanto al uso de la naturaleza en general, surgió la necesidad de capturar animales, bien para su estudio y por lo tanto mejorar su conservación, o bien para el control en determinadas especies en zonas concretas para lograr mantener un control ecológico que de antemano el hombre en buena parte eliminó.

Así pues, la necesidad por parte del hombre para capturar individuos de distintas especies animales lo han conducido inevitablemente a rememorar y poner en práctica aquellas artimañas comúnmente utilizadas por nuestros ancianos. Muchas de ellas mejoradas y desarrolladas gracias a las nuevas tecnologías y medios modernos existentes, pero en núcleo de todas ellas, mecanismos tantas veces utilizados antiguamente.

Si nos centramos en la práctica del trampeo, independientemente del fin con el que lo hagamos (anteriormente comentado), debemos componer un código de buenas prácticas que siempre debe estar en mente y ser utilizado por todo buen trampero.

PREOCUPACIÓN POR EL BIENESTAR DEL ANIMAL  CAPTURADO

Al igual que el ser humano, todo animal sufre situaciones de estrés y  dolor, las cuales pueden perturbarlo y no en pocas ocasiones llevarlo incluso a la muerte. No debemos olvidar que directa o indirectamente trampeamos para su conservación.

Por estos motivos debemos seguir al máximo una serie de pautas:

  • Utilizar  la trampa apropiada para la especie que deseamos capturar.

  • Buena elección del lugar donde emplazarla, evitando elevar el riego de obtener capturas no deseadas.

  • Revisión diaria de nuestras líneas de trampeo, y en caso de no ser posible con previsión, bloquear las trampas.

  • Una vez hayamos capturado al animal objetivo, se debe proceder en la mayor brevedad posible al desarrollo de su manejo, indiferentemente cual sea nuestro objetivo con él.

  • Si la finalidad es el sacrificio del animal capturado, debemos actuar igualmente con rapidez. Aunque el fin esté claro, no tiene porque sufrir. Para su sacrificio existe una herramienta, denominada “bala Cautiva”, que solamente deja una herida en el punto donde la activemos, evitando después confundir al veterinario en caso de una futura  necropsia y observación de heridas provocadas por la trampa utilizada en su captura.

 

RESPONSABILIDADES DEL TRAMPERO

El trampero debe tener un código moral ético que aplicará tanto antes como durante la sesión de trampeo. En todo momento debe poseer y mantener una actitud profesional en el desarrollo de su actividad.

  • Esta actividad se trata de una profesión , y por lo tanto debemos actuar racionalmente según los objetivos marcados, y nunca excedernos en el número de capturas ni abusar de ello , no es una carrera , ni mejor será quien más animales capture, si no quién cumpla estrictamente los objetivos marcados y mantenga su ética profesional.

  • Utilizar esta herramienta de trabajo correctamente, sin abusos y en concordancia con la ley.

  • Conocer la ley que regula nuestra actividad.

  • Protección del hábitat: Todos y cada uno de nosotros, a título de ciudadanos, tenemos una responsabilidad hacia el medio natural. El paso de un trampero no debe suponer una modificación en el hábitat en el que se va a ejercer la actividad.

  • Cortesía y buenas maneras: Hay que mostrarse siempre amable y cooperante con la población autóctona, mantener sus  instalaciones y propiedades y ser respetuoso con sus bienes.

  • Respetar las tierras privadas: Ponerse en contacto con el propietario e informar del desarrollo de la actividad.

  • Respeto a la fauna: No colocar trampas en lugares susceptibles de capturar animales domésticos o especies silvestres que no son nuestro objetivo.

  • Guardar un inventario preciso de todas las trampas colocadas, tanto para su correcta revisión  como para su posterior recuperación. Nunca dejar en el lugar rastros de nuestra presencia (trozos de alambre, clavos, etc.)

  • Observar a nuestro alrededor los rastros de la especie que buscamos, para conocer cuando es el momento de parar el trampeo dependiendo de nuestro objetivo. Es decir, si estamos realizando un descaste, no se trata de dejar la zona ausente de una especie en concreto, cuando los rastros disminuyen en una proporción aceptable, debemos abandonar nuestro cometido. Sí por el contrario, por ejemplo , realizamos un trampeo científico, debemos conocer cuando hemos capturado el grueso de la población, para evitar esfuerzos inútiles.

  • Nuestra función no es acabar con todo lo que nos rodea , sino gestionarlo adecuadamente.

Creemos que en el desarrollo de nuestra actividades necesario respetar toda esta serie de pautas, a fin de asegurar  un correcto funcionamiento del trampeo, y además, estar socialmente bien considerados, puesto que no debemos olvidar que para una porción elevada de la población, nuestra profesión es directamente desconocida o simplemente devaluada por el hecho de trabajar con seres vivos y un supuesto maltrato hacia ellos.

bottom of page